La adaptación a la oscuridad, es también conocida como el "efecto Purkinje" (por el insigne anatomista checo, Jan Evangelista Purkinje), este efecto consiste en el cambio de sensibilidad al color.
Jan Evangelista Purkinje |
Por debajo de cierto nivel de intensidad lumínica, los conos (células que recogen la información del color), dejan de funcionar y nuestra visión pasa a depender de otros fotoreceptores denominados bastones.
Los bastones son células incapaces de dar información sobre el color, por eso cuando estamos en el campo de noche, lo que vemos es una imagen monocroma, con distintos niveles de iluminación (escalas de grises).
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Por el contrario, los bastones tienen una mayor percepción (gracias a la producción de la rodopsina), en la longitud de onda de los 500 nm (tonos azules), no tenemos visión en color es la denominada visión escotópica.
El efecto Purkinje se produce durante el crepúsculo, al pasar de la visión fotópica (la iluminada por el sol), a la escotópica (al anochecer).
Cuando salimos con nuestros equipos a observar, todo sabemos la importancia que tiene la adaptación a la oscuridad, aunque en ocasiones nos interesa tener activo tanto los conos, como los bastones, por ejemplo a la hora de consultar una carta estelar o realizar un dibujo, para ello utilizamos las luces rojas, ya que la pupila permanece dilatada y la adaptación a la oscuridad es más rápida, para poder continuar con nuestra observación.
Visión nocturna
Para una correcta observación nocturna, es necesario que nuestros ojos se encuentren convenientemente adaptados a la oscuridad. El diámetro de una pupila normal en adultos, varía entre los 2.5 y los 5.5 mm, siendo su tamaño medio de 4 mm.
Otras fuentes, indican que el tamaño de la pupila de salida es de 7 mm, pero esta cifra es el máximo teórico en personas jóvenes.
Se denomina ciclo pupilar, al tiempo que se requiere para que se produzca una oscilación completa (contracción - dilatación) de la pupila.
Se piensa por error, que la dilatación pupilar es un proceso lento, cuando en realidad sólo tarda unos tres segundos. La adaptación a la oscuridad, se produce por la producción de rodopsina, para obtener unos niveles elevados, tendríamos que mantener cerrados los ojos durante dos o tres horas, y nos volveríamos muy sensibles a la luz, aunque para alcanzar una adaptación completa, tendríamos que permanecer en la más absoluta oscuridad durante dos o tres días, lo que lamentablemente no resulta posible o práctico, para el común de los mortales. Por lo tanto, la adaptación a la oscuridad no tiene nada que ver con la dilatación pupilar.