Observación visual de cometas

A lo largo de la historia, la observación de cometas se ha realizado de manera visual, y  es muy recientemente (en el último siglo), cuando se ha unido a estos mismos menesteres la fotografía, ya fuese ésta analógica o la digital de nuestros días, que tan espectaculares resultados está dando tanto a nivel profesional como amateur.

Pero nos vamos a centrar en el apartado visual, que es unos de los campos en el que los astrónomos no profesionales podemos ayudar en el conocimiento de estos objetos y es en concreto con la estimación de las magnitudes de los cometas.

La metodología consiste grosso modo en hacer un gran número de observaciones por parte de muchos observadores y realizando una media de las mismas, para obtener un resultado lo más fiable posible.

Para determinar la magnitud de un cometa, se pueden utilizar alguno de estos métodos (entre otros): Sidwick, Beyer, o el de Bobronikolff, si quieres profundizar en ellos, en la red hay bastante información sobre ellos, pero digamos que básicamente consiste en memorizar el brillo del cometa y que el observador moviendo los binoculares o el telescopio lo compare con las magnitudes conocidas de estrellas más brillantes y más débiles que el cometa alternativamente.

En la observación visual de cometas se puede usar desde unos pequeños binoculares a potentes telescopios. Si el cometa tiene suficiente brillo, un binocular pequeño será más que suficiente, ya que no necesitaremos muchos aumentos y sí un campo amplio para poder observar la cola completa, algo complicado de conseguir con las aberturas y focales más grandes de los telescopios, así pues, dependiendo de lo brillante o débil que resulte el cometa utilizaremos un instrumento u otro y siempre será el que nos permita verlo entero.

Normalmente, para la observación astronómica es necesaria que nuestra vista esté adaptada a la oscuridad, sin embargo, en muchas ocasiones, los cometas sólo serán visibles al amanecer o al anochecer.

Otro detalle a tener en cuenta es la altitud a la que se encuentre, pues si está muy bajo en el horizonte, su magnitud nos parecerá más débil que lo indicado en las efemérides.